No recuerdo la última vez que escribí aquí pero sí recuerdo siempre la emoción que me invade al hacerlo.
Esta mañana he tenido sesión con M, una mujer que decidió pedirme ayuda y sostén en un momento emocional y vincular un poco complicado en su vida, y ha habido un momento en el que he terminado diciéndole, M, tienes que jugar más con la vida, dale a tu niña ese placer de jugar desde tu adulta, ella lo necesita.
Y ahora me encuentro aquí volviendo a reencontrarme con este espacio que nació hace poquito más de un año y el cual no he dado el amor, cariño, ni la presencia que se merecía. Así que me he dicho: vamos a jugar.
¿Cómo puedo jugar con la vida este último mes de Diciembre de 2023?¿Cómo puedo darles un significado mucho más grande?
He decidido escribir.
Venir aquí, a escribir, cada día de este pequeño gran mes que nos invita a tantas cosas que casi nos puede incluso agobiar. Hoy he leído no sé dónde: «no sientes ansiedad?» refiriéndose al echo de que se acaba el año y parece que tenemos que tener todo terminado, todo lo que absolutamente no ha pasado el resto del año, en estos 31 días que nos quedan.
Lo que a mi me ha dado ansiedad es leer ese comentario.
Porque sé que es la realidad de muchas de vosotras. La prisa. El correr, y el sentir que no llegas. El querer tenerlo todo en una determinada fecha, hora y si puedes, también en determinada dirección, que así te pilla de camino para la siguiente tarea que tienes que hacer.
Si has leído las novelas de la saga Valeria, nunca fui de agendas y mucho menos de llenarlas con mil que haceres, vamos, que Lola y yo no podíamos ser más distintas… pero que me voy, que aquí vengo, a coger cada día de este 2023 para jugar. Para dejar a mi niña que juegue, que experimente. Porque si quiero cosas nuevas y resultados nuevos, no puedo seguir haciendo siempre lo mismo.
¿Sabes por qué me gusta tanto vivir fuera?¿Sabes por qué me gusta cambiar de lugar? Porque me invita a jugar, a explorar, a salir de lo conocido, a saltarme mis propias normas. Me invita a estar despierta, con ganas, a no acomodarme, porque. mientras estoy en ese lugar siempre me digo cuando llega la pereza » cuando te vayas no vas a poder hacer esto nunca más» y se me va. La pereza, las desgana y me pongo la mejor sonrisa del mundo y salgo. Porque no sé cuando un vuelo de vuelta a casa me quitará la oportunidad de salir en bicicleta a recorrer el bosque y a comprarme un donut de chocolate de camino de vuelta casa.
Quiero traer eso a mi vida aquí, quiero traer ese juego, ese, y sí mañana te vas? Así que durante 31 días voy a jugar con la vida y te compartiré lo que me apetezca en este rato.
La casa está fría, el perro duerme en el sofá de al lado, mi chico en la ducha y en youtube en la tele una playlist preciosa con música jazz y un fondo invernal.
Bienvenido, Diciembre.
Bienvenidas las luces, los puestos de castañas y churros, los mercaditos de Navidad y sus puestos de alegría y colores que en realidad lo que venden son emoción. Bienvenida la nieve, el cristal del coche helado en la mañana, el vapor que sale de cada exhalación cuando sacas al perro. Bienvenido al mes de los rayos de sol que saben a caricia por la ventana, al agua calentita al fregar los cacharros que te templa el cuerpo, a las tazas calentitas de tu bebida favorita y a las galletitas y a los dulces por doquier. Bienvenida la niebla, las manos frías y el gustito de volver al hogar después de un día fuera.
Bienvenido Diciembre, me alegro de que hayas vuelto. 🤎