A falta de un paseo que me despejase la vida y mis manos apoyadas sobre el tronco de mi ya, amigo árbol, el dos de Diciembre ha venido con calma. De estos Sábados que agradeces a la vida no tener obligaciones, y que tu difrute es poner una lavadora con el olor a ropa limpia que huele a hogar, cocinar rico y lento para comer juntos, en familia, seguir avanzando en la ya no tan »mudanza» y ver unos minutos de esa serie que estamos viendo juntos.
Y la tarde me quedó sola para mi y para mi hogar, y me permití no hacer nada de eso que se considera hacer algo. Pero hice mucho de todo. Ví una película que me llegó a cada poro de la piel y me quemó la garganta, te hablaré de ella muy pronto, pasee con Boika un ratito en un pueblo que prácticamente vive a oscuras y te confieso que me da un poco de miedo, me puse al día con mis canales fav de youtube, me cociné una cena deliciosa, me terminé el libro que estoy leyendo mientras tomaba el sol en la terraza, puse las sábanas nuevas y limpias en la cama y bañé la casa de bruma que ahora huele todo a limpio y a calma. He desempolvado un libro de poesía lleno de post-it de una caja y he abierto alguna de sus páginas marcadas por la Patricia de 24 años, he podido volver a su mundo emocional en ese momento a través de esos poemas, cuanta nostalgia y compasión he sentido por esa pequeña gran yo.
Hoy he jugado con la vida no haciendo nada que no me apeteciese, tenía mil cosas de trabajo por hacer pero hace muchos días que no me permitía tener un sólo día sin pensar un segundo en el trabajo. Hoy ha sido ese día.
Gracias, Diciembre por venir a traerme calma, presencia y por inspirarme a observarme diariamente probando diferentes y formas propias de jugar.
Nos vemos en el bosque.